La Administración de Donald Trump viene intensificando aceleradamente la política dirigida contra el desarrollo de la China socialista. Esto tiene lugar en el marco de la profundización de la crisis global, de la propagación de la pandemia de coronavirus y el acercamiento de la fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Se multiplican de una manera frenética las medidas dirigidas a socavar la economía y la estabilidad política de la República Popular China. Los instrumentos de la “fuerza blanda” han resultado ser ineficaces en la lucha contra Pekín. Pero Washington no aceptó el camino de un diálogo amplio y de cooperación. Al contrario, se pone más agresivo en su política anti china.
Durante largos años, los estrategas norteamericanos han concentrado sus fuerzas en el intento de minar la integridad territorial y debilitar la economía china. Estados Unidos sufrió fracasos en la desestabilización de la situación en las Regiones Autónomas Uigur de Sinkiang y Tíbet y las Regiones Administrativas Especiales de Macao y Hong Kong. Fue contundente la respuesta a las provocaciones norteamericanas en Hong Kong. También fracasaron los intentos de debilitar el poderío de China mediante la aplicación de los altos aranceles a pesar de las normas vigentes de la OMC. Tampoco ayudaron las medidas discriminatorias contra Huawei y demás empresas chinas.
Enestaetapa, Washingtonyahaimpuestounalíneafrancamente belicosa contraRPCh. Washington comenzó a blandir armas más activamente y hacer declaraciones beligerantes. El Partido Comunista Chino ha sido declarado como “una de las principales amenazas” a la existencia de los Estados Unidos.
En un intento de arrastrar al mundo a una nueva guerra fría y mantener su hegemonía, los dirigentes estadounidenses están dispuestos a emprender nuevas provocaciones y aventuras. El 23 de julio del corriente, el secretario del Estado y ex director de la CIA Mike Pompeo anunció abiertamente el deseo de Washington de atraer a Rusia a un enfrentamiento con China. La posibilidad de esto, dijo, se deriva de la “relación natural” entre Pekín y Moscú. Yestasalusiones insidiosas nodebensersubestimadas.
Con respecto a China, Estados Unidos sigue la misma lógica utilizada para destruir la Unión Soviética. Como entonces, se está creando la imagen de un enemigo del país, que se convirtió en una “amenaza fatal para el mundo libre”. El discurso de Pompeo en la Biblioteca Presidencial “Richard Nixon” es una réplica del discurso de Churchill en Fulton. La única diferencia es que ahora Estados Unidos está llamando a iniciar una cruzada contra China.
“Si el mundo libre no cambia la China comunista, entonces la China comunista seguramente nos cambiará” -proclama el jefe de la diplomacia estadounidense- “¡El mundo libre debe derrotar a una nueva tiranía!”. Y, además, Pompeo llama a crear la “alianza de Estados democráticos” y trata de integrar a Rusia en ella. Según él, si Washington y Moscú juntos dan respuestas a “grandes desafíos estratégicos”, el mundo “podría hacerse más seguro”.
Estapropuestaesextremadamentepeligrosaydestructiva. Conduce al aumento de las tensiones internacionales y la aceleración de la carrera armamentista. Al mismo tiempo, se plantea el objetivo de abrir brecha en la asociación estratégica y los lazos amistosos entre la Federación de Rusia y la República Popular China.
La iniciativa estadounidense de la alianza global anti China se debe al hecho de que Estados Unidos no es capaz de hacer frente a China por sí solo. Al mismo tiempo, la estructura confusa de la OTAN no es adecuada para tales propósitos. Varios países europeos interactúan activamente con China económicamente, y la confrontación con Pekín no es beneficiosa para ellos. Además, sin la participación de Rusia en esta alianza criminal, el propósito de aislar a China es simplemente imposible de implementarlo.
Enlos últimostiempos, lasautoridadesestadounidensesestán descubriendo cadavezmássuverdaderafisionomía, desfiguradaporelanticomunismo, larusofobiaylafuriaanti China. La Casa Blanca de Washington insiste en replicar los peores ejemplos de sus políticas agresivas. Los pueblos del mundo no pueden olvidar las aventuras del imperialismo estadounidense en Corea y Vietnam, Yugoslavia e Irak, Afganistán y Libia. Entre las últimas víctimas se encuentran el pueblo de Ucrania, que ha sido entregado a las manos de las fuerzas más reaccionarias, y la población de Donbáss, que sufre la masacre brutal y la existencia medio hambrienta.
La creciente furia de los globalistas es comprensible. China, bajo la dirección del Partido Comunista, sigue construyendo con éxito el socialismo. El país está superando con seguridad los efectos de la pandemia de coronavirus. A diferencia de la mayoría de los Estados grandes, la economía china tendrá resultados positivos a finales de año. La dirección china muestra a todo el planeta cómo eliminar la pobreza extrema y desarrollar altas tecnologías. Pekín tiene todas las posibilidades de adoptar una posición de liderazgo en la economía mundial, en el desarrollo científico y tecnológico, en el campo de la innovación.
El modelo de relaciones internacionales propuesto por China también se hace cada vez más atractivo. En este modelo no hay cabida para las lacras del globalismo tales como la flagrante desigualdad, la creciente confrontación, la expansión global de los nuevos conquistadores. La concepción del presidente de la RPCh Xi Jinping “Comunidades del único destino de la Humanidad” se basa en los principios con mucho futuro para la cooperación igual de los pueblos en aras de un bien común.
El Partido Comunista de la Federación de Rusia acoge con satisfacción el hecho de que Rusia y China se hayan extendido con confianza una mano de amistad y estrecha cooperación. El creciente flujo de negocios comercial y los proyectos conjuntos a gran escala, la unidad de puntos de vista sobre los acontecimientos clave de la historia mundial, la victoria común sobre el fascismo alemán y el militarismo japonés, la afinidad en las evaluaciones de los acontecimientos y los fenómenos de la política internacional son estos los sólidos hilos que unen fuertemente a nuestros países.
El Partido Comunista desempeña un papel protagónico en el rápido avance de China. Permaneciendo fiel a la causa del socialismo, el PCCh evalúa con precisión los desafíos y amenazas, y les da respuestas convincentes. El Partido Comunista de la Federación de Rusia siempre ha ayudado a fortalecer las relaciones entre los dos países. Nuestros lazos de partido con el PCCh tienen por objeto acercar a los dos pueblos, fortalecer la seguridad y armonizar las relaciones internacionales. En diciembre de 2019, estas aspiraciones comunes se reafirmaron mediante la firma de un memorando de cooperación de nuestros partidos.
La vía de desarrollo de la civilización mundial que propone la RPCh no es una amenaza para los pueblos, sino para los imperialistas con sus apetitos explotadores y depredadores. En sus ataques agresivos contra China, sus enemigos recurren a cualquier medio. Despliegan las campañas mentirosas, libran guerras comerciales, tratan de incentivar el separatismo y meter cizaña entre la RPCh y sus vecinos.
A juzgar por todo, en sus planes pérfidos los estrategas estadounidenses otorgan a nuestro país un papel especial. Tratarán de originar una división en las relaciones entre Moscú y Pekín prometiendo beneficios a Rusia en caso de que cambie su orientación geopolítica. El PCFR tiene motivos para preocuparse, pues no existe ninguna garantía de que los círculos oligárquicos no cedan. Las posiciones de los seguidores de Yeltsin en la cúspide del poder, en la economía y las finanzas, la política y los medios de comunicación son todavía fuertes. Las dimensiones de la fuga de capitales, los escándalos de los paraísos fiscales y los activos multimillonarios de los superricos rusos en el extranjero muestran su vinculación muy estrecha con su “Cuartel Mayor” en Washington. Para esta gente, el “viraje al Este” declarado oficialmente es una maniobra provisional. Su futuro personal y el de sus herederos lo relacionan con el “paraíso occidental”.
El Partido Comunista de la Federación de Rusia aboga por fortalecer la asociación estratégica entre Rusia y China. Estamos seguros de que detrás de las promesas dulces de Washington están escondidos los planes peligrosos y traicioneros. Separar a Moscú y Pekín significa vencernos uno por uno. Para una élite globalista deseosa de perpetuar su dominio, nuestros países plantean grandes obstáculos. Seguirá sofocando de una manera maniática a la Rusia de capacidades militares y enormes recursos, que el capital mundial sueña tomar en sus manos. De buen grado, destruiría a China como competidor que da un poderoso salto adelante, convirtiéndose en el motor del crecimiento de la economía mundial.
Para Washington separar a nuestros países colocándolos en los “diferentes rincones del cuadrilátero” significa debilitar a cada país. Para los globalistas es un medio para para hacer realidad de sus planes más funestos. Si tienen éxito, Asia Central podría incendiarse. Oriente Medio podría convertirse en un “gran punto caliente”. El Lejano Oriente, se haría una zona de conflictos agudos… El capital no se detendrá ante ningún delito en aras de mantener su dominación y sus beneficios.
Rusia tiene sus propios intereses nacionales. El PCFR está seguro de que no los favorecerán las limosnas que echa a veces el Occidente sino el fortalecimiento de las relaciones estratégicas con todos quienes aspiran a la paz y el progreso social. Para nosotros las relaciones de amistad y asociación con China es la posibilidad de desarrollar juntos la economía y la tecnología, fortalecer la paz y la seguridad, y defender la soberanía frente a cualquier amenaza.
Estamos convencidos de la perspectiva de profundizar la cooperación estratégica con Pekín. Ella se basa en las realidades económicas y políticas y tiene una base histórica sólida. Fortalecer nuestros lazos nos permitirá alcanzar un nuevo nivel de relaciones sin precedentes y garantizar el desarrollo soberano de los dos Estados. Todos estamos muy interesados en una lucha eficaz contra el anticomunismo y el antisoviétismo, la rusofobia y la histeria antichina.
Los estrategas de Washington están interesados en atraer a nuestro país a la mal llamada “alianza de democracias”. Para ello pueden prometer cualquier cosa, desde el levantamiento de las sanciones hasta la concesión de preferencias. No podemos descartar que no sea casualidad que el discurso anti chino de Pompeo coincida con la conversación telefónica entre Putin y Trump. Esperamos que el presidente Putin sea muy consciente del aventurerismo de tales propuestas.
La experiencia histórica de la destrucción de la Unión Soviética demuestra que no se puede confiar en las promesas que llegan desde el otro lado del Océano. Es imposible igualar estas promesas efímeras con la cooperación cada vez más profunda entre Rusia y China, otros países BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, fortaleciendo la integración euroasiática. Que nuestro país sucumba a las promesas de los Estados Unidos equivale a traicionar nuestros propios intereses. Pero este es el propósito de la “quinta columna”. No les avergüenzan la expulsión masiva de diplomáticos rusos, la incautación de los bienes rusos en los Estados Unidos, ni las listas nutridas de funcionarios y diputados rusos que no pueden entrar en los países Occidente, ni toda la serie de diversas sanciones.
Rusia no debe repetir los errores del pasado y no tiene derecho a convertirse en una moneda de cambio en los juegos geopolíticos de Estados Unidos. ¡El pueblo ruso, chino y todos los pueblos tienen el derecho de caminar por la vía de desarrollo soberano, planteándose objetivos prometedores y lográndolos a paso seguro!
¡El porvenir de los pueblos es la amistad y la cooperación integral!
Guennadi Ziuganov,
Presidente del CC del PCFR, dirigente del grupo de PCFR en la Duma Estatal de la Federación de Rusia