La Gran Victoria del socialismo soviético

Mensaje de G.A. Ziugánov, presidente del CC del PCFR, dirigente del grupo del PCFR en la Duma Estatal.

¡Estimados camaradas, amigos, compatriotas!

¡Les felicito con motivo de una gran fiesta: Día de la Victoria del pueblo soviético sobre los ocupantes fascistas alemanes!

Hace 75 años, acabaron las salvas victoriosas de la guerra más sangrienta en la historia de la humanidad. La tan esperada paz llegó a la tierra de Europa. En el mes de mayo soleado de 1945, esta paz la trajo al planeta el soldado-liberador soviético. Nuestro pueblo salió victorioso de las pruebas más duras, se convirtió en el salvador de la civilización humana de la peste del nazismo propagada por el mundo.

La Gran Guerra Patria duró los largos 1418 días y noches, que para millones de personas se llenaron del dolor de las pérdidas y las derrotas, las calamidades y el sufrimiento, el horror y el odio. Y, también, de una esperanza inagotable de resistir y ganar. Se necesitó la tensión sin precedentes de todas las fuerzas. Fuimos invadidos por un enemigo bestial que creó un poderoso ejército de muerte. El Reich de Hitler se dotó del potencial militar, técnico y económico de casi toda Europa. El blindaje de los carros de combate y el poder del dinero los complementaban la traición cínica y la teoría de la superioridad racial de los arios.

A pesar de todos los mentirosos, fue la Unión Soviética la que llevó sobre sus hombros la mayor carga de la lucha contra el bloque fascista, la fuerza de choque del imperialismo mundial. En el frente soviético-alemán combatieron más de tres cuartas partes del número total de divisiones enemigas. Fue aquí donde tuvieron lugar las batallas más importantes. Fue nuestro pueblo que derramó su sangre. Fue aquí donde la pérdida de vidas fue trágicamente enorme. 27 millones de ciudadanos soviéticos perdieron la vida. De los 13 millones de soldados perdidos en total por Alemania, 10 millones lucharon combatieron contra la Unión Soviética.

A pesar de las derrotas de las primeras semanas de la guerra, el Ejército Rojo y todo el pueblo soviético frustraron el plan de la guerra relámpago de Hitler. A diferencia de una Europa servil, nuestro país no se convirtió en un lugar de paseo triunfal para las tropas deWehrmacht. Cada metro de nuestra tierra le costó al enemigo un precio de sangre. Los invasores nunca lograron tomar Moscú, conquistar Leningrado, apoderarse de Stalingrado, y tampoco mover sus hordas más allá del Volga. A finales de 1941, fueron expulsados de las cercanías de nuestra capital. Las Fuerzas Armadas fascistas sufrieron su primera derrota de gran escala durante la Segunda Guerra Mundial.

Un año más tarde, la victoria de la URSS cerca de Stalingrado cambió el curso de los acontecimientos. Después de la batalla de Oriol-Kursk, los fascistas perdieron por completo su iniciativa estratégica. Después de expulsar al enemigo, el Ejército Rojo comenzó la misión de liberación en Europa. La última batalla brutal en la guarida del fascismo -Berlín- terminó con nuestra victoria. La bandera roja sobre el Reichstag anunciaba al mundo la destrucción del mal universal. La rendición incondicional de Alemania puso fin a la guerra santa que libraba la Unión Soviética.

El país del Gran Octubre detuvo la siniestra marcha de los nuevos cruzados de la Europa unida. Les hizo pasar a los enemigos derrotados por las calles de Moscú y echó las banderas de los invasores al pie del mausoleo Lenin. Fueron arruinados los planes de aquellos que arrogantemente reclamaban un “nuevo orden” en el mundo y convirtieron a millones de “infrahumanos” en cenizas. La agresión de Hitler se rompió contra el poder indestructible del pueblo soviético, contra su voluntad indomable, y la fe que vivificante de la justeza de la causa de Lenin.

Los sacrificios depositados en el altar de la Victoria fueron enormes. Millones de soldados cayeron en los campos de batalla. Millones de civiles murieron por bombardeos, hambre, o torturados por ocupantes fascistas. Los enemigos destruyeron 1710 ciudades y poblaciones, más de 70000 aldeas. Pero nada pudo quebrantar el espíritu del pueblo soviético. Habiendo sobrevivido en la guerra más feroz, restauró rápidamente la economía nacional, reconstruyó las ciudades y pueblos destruidos, puso en la órbita espacial a Yuri Gagarin, uno de sus mejores hijos.

Al planear una guerra, el enemigo estaba convencido de que sería capaz de derrotar, desmembrar, poner de rodillas al pueblo soviético, para borrar nuestra Patria de la historia. Pero el mismo enemigo fue derrotado, y los soldados del Ejército Rojo se convirtieron en un símbolo de firmeza y humanidad. En el fragor de las pruebas duras, la URSS se templó como potencia socialista más fuerte. Su autoridad en el mundo era colosal. El sol de la esperanza de una vida mejor y un mundo justo se hizo más brillante para la gente común en todo el planeta. Se formó la mancomunidad de Estados socialistas. Derrumbó el sistema de colonialismo.

La victoria de 1945 tiene muchas causas y fuentes. La principal era el régimen social socialista. La Gran Revolución de Octubre, realizada por revolucionarios bolcheviques dirigidos por Vladimir Lenin, creó un Estado especial. Servía enteramente a los trabajadores, no a los capitalistas parásitos que satisfacen codiciosamente sus intereses y comercian con la Patria. La gente de trabajo se convirtió en amos absolutos de su Patria. Liderados por el Partido Comunista, industrializaron, convirtieron la URSS en una potencia industrializada, crearon la agricultura moderna, se elevó decisivamente el nivel cultural del pueblo increíblemente talentoso, pero tan largo tiempo agobiado por la pobreza y la opresión del pueblo. En un corto lapso histórico, el país se ha vuelto fundamentalmente diferente. Estaba listo para responder a los desafíos más graves, enfrentarse a un enemigo sin precedentes y superar todas las adversidades.

El pueblo se levantó en defensa de la Patria Soviética, mostrando milagros de heroísmo y trabajo abnegado. El sistema socialista en el tiempo más corto posible colocó la economía en los rieles de guerra, proporcionó una indestructible unión del frente y la retaguardia, movilizó los recursos materiales y laborales. Ya en 1942, la URSS superó al Reich fascista en cuanto a la producción del material de guerra.

Gracias al trabajo de científicos y diseñadores soviéticos, trabajadores de la industria de defensa, el Ejército Rojo recibió tanques T-34, sistemas lanzaminas a reacción Katiusha, aviones de combate Il-2, Yak-7, La-5 y otros armamentos avanzados. A pesar de las dificultades de la guerra y la pérdida de territorios, el gobierno soviético aseguró un suministro ininterrumpido tanto para el ejército como la retaguardia. Esto garantizó el trabajo armonioso de todas las industrias, salvó al país de la hambruna masiva y las epidemias. El servicio de salud demostró su mayor eficiencia.

Con gloria victoriosa se destacaron los generales de la Victoria – G.K. Zhukov, K.K. Rokossovsky, A.M. Vasilevsky, I.S. Konev, R.Y. Malinovsky, V.I. Chuykov y toda una pléyade de mariscales y generales. Los dirigentes de la Unión Soviética y el Partido Comunista liderado por José Stalin hicieron una gran contribución a la organización de la defensa y la derrota del enemigo.

El principal creador de la Victoria fue el heroico pueblo soviético, que realizó una hazaña de escala universal histórica. Combinó el valor sin igual de los soldados, la guerrilla, los combatientes clandestinos antifascistas y los trabajadores de la retaguardia. La guerra demostró claramente el más alto nivel de consolidación de las masas populares. El socialismo aseguró la unidad del pueblo y del gobierno, lo que es imposible en una sociedad dividida en clases.

La misión del organizador de la Victoria fue cumplida honorablemente por el Partido Comunista de la Toda la Unión (Bolcheviques). El partido de Lenin y Stalin fue capaz de luchar y crear. Lo demostró al realizar la revolución socialista, derrotando a los intervencionistas y a sus cómplices de la Guardia Blanca, y con su proeza de la modernización leninista-stalinista.

El genial escritor Mijaíl Shólojov dijo: “Todo nuestro gran país debe su poder y prosperidad al partido y a Stalin”. Ya en 1941, 1,5 millones de comunistas participaron en la sangrienta batalla contra el fascismo. Durante los años de la Gran Guerra Patria, más de 5 millones de personas ingresaron en el Partido Comunista de Toda la Unión (Bolchevique). 3 millones de comunistas soviéticos entregaron sus vidas en los frentes de la guerra. Cada segundo militar que cayó en la batalla era comunista o miembro de las Juventudes Comunistas Leninistas. Sólo este hecho convierte en polvo todas las abyectas “teorías” sobre la victoria del pueblo a pesar del sistema soviético. Para nosotros, comunistas, es un gran honor y gran felicidad pertenecer a un partido así.

Hace 75 años, nuestros padres, abuelos y bisabuelos defendieron la libertad y la independencia de la Patria Soviética, le regalaron un cielo despejado y la confianza en el futuro. Nosotros, los herederos de los soldados victoriosos, hemos sido llamados a luchar por la verdad sobre la Gran Guerra Patria y la Gran Victoria. Las fuerzas del mal buscan ferozmente privar a la humanidad de la verdad, reescribir los resultados de la guerra, llevar a cabo los nefastos planes hitlerianos.

La situación actual es compleja y alarmante. Los secuaces de las fuerzas antisoviéticas y rusófobas también operan en Rusia. Vierten patrañas sobre los héroes, difaman sus hazañas, rechazan el papel de los comunistas en la consecución de la Victoria. Haremostodoloposibleparadenunciarsuscalumniosos intentos.

Incluso 75 años después, la victoria del pueblo soviético en la Segunda Guerra Mundial, la derrota del militarismo japonés y el final victorioso de la Segunda Guerra Mundial siguen ejerciendo un profundo impacto en nuestro mundo. Las decisiones históricas de la “Gran Troika” en Teherán, Yalta, Potsdam, la condena de la ideología y la práctica del fascismo en Núremberg, las sentencias de los Tribunales de Tokio y Jabárovsk a los criminales de guerra japoneses están directamente relacionadas con la realidad. Los resultados de la Victoria afectan a las relaciones internacionales y la economía mundial, la política interna de los Estados, a las vidas de las personas en todos los rincones del planeta.

Los resultados de la guerra pasada es una dura advertencia a los nuevos aspirantes a la dominación global. Las lecciones del siglo XX son convincentes: los intentos de cualquier Estado, con el apoyo de las capacidades financieras, el poder militar y la tecnología moderna para reformatear el mundo a su favor, están preñados de enormes riesgos. Y desde el inicio están condenados al fracaso.

Las victorias del mayo y septiembre de 1945 nos enseñan con toda evidencia que hay que combatir la guerra antes de que comience. La agudización de la crisis del capitalismo aumenta el grado de viejas y nuevas contradicciones. Para protegerse de las guerras y los cataclismos, de los planes globalistas del “nuevo orden mundial”, es necesario unir las acciones mancomunadas de los Estados soberanos, los partidos y movimientos progresistas, a las amplias masas de los trabajadores. Rusia, China y todos los países opuestos a un mundo unipolar deberían coordinar más estrechamente sus acciones.

En este momento, la situación en el país y en el mundo dicta sus propias reglas. El 9 de mayo, estamos limitados en cuanto a la posibilidad de celebrar tradicionalmente nuestra gran fiesta, dar la bienvenida a los veteranos en los desfiles de la Victoria, celebrar marchas y mítines. Pero nada nos impedirá honrar la memoria de los héroes e inclinarnos ante ellos. Y, también, para prestarnos un juramento: hasta el último aliento preservar la verdad sobre la guerra sagrada, para luchar por la justicia, por los ideales que levantaban a los combatientes soviéticos al ataque contra el enemigo.

“Lenin-Stalin-Victoria”, en esta fórmula profunda se halla la esencia misma de las conquistas históricas de nuestra Patria soviética. Vivimos un momento actual cuando la Gran Victoria está siendo calumniada una vez más por rusófobos y anticomunistas, pedimos a todos que alcen la voz en defensa de la verdad histórica. Llamamos a nuestros compatriotas y a toda la gente de buena voluntad a unirse a las filas del Regimiento Inmortal bajo la Bandera Roja.

En estos días de mayo, honramos la memoria de nuestros padres y abuelos que salvaron al mundo de la peste parda. Sin duda, nos felicitaremos mutuamente y pondremos banderas de color escarlata en nuestras casas. Sin duda, tomaremos nuevas fotos con retratos de nuestros héroes en nuestras familias. Ayudaremos a los veteranos que necesitan nuestro cuidado y apoyo.

La acción del Partido Comunista de la Federación de Rusia “Lenin-Stalin-Victoria” continuará todo el año. Este es nuestro deber de la memoria. Es nuestra contribución a la defensa de la verdad y la afirmación de la justicia.

Ser herederos de los vencedores no sólo es un gran privilegio sino también una gran responsabilidad. Debemos cumplir honorablemente nuestra misión, seguir adelante, allanar el camino hacia las nuevas alturas. ¡Así será! Que las hazañas de generaciones implanten en el corazón la valentía y la fe en lo mejor. ¡Que nos levanten para luchar por la dignidad humana, el progreso social y la transformación socialista del mundo!

¡Felicitaciones con motivo del 75 aniversario de la Gran Victoria, queridos camaradas!

¡La Bandera Roja de los logros y victorias estará para siempre con nosotros!

Guennadi Ziugánov
Presidente del CC del PCFR.